Había una vez un niño llamado Miguel que desperdiciaba el agua, dejaba la llave abierta cuando se bañaba, y también la desperdiciaba mojando a sus amigos, pero ellos le decían: “No desperdicies el agua porque es muy importante para la vida”, pero Miguel siguió desperdiciándola.
Miguel siguió mojando a sus amigos con agua pero un día, en su casa no salió agua y Miguel estaba preocupado porque no tenían el servicio del agua.
Miguel estaba triste porque no salía agua de la llave y sus amigos le decían: “¿Qué tienes Miguel, porqué estás triste?”. Miguel les contestó: “Porque en mi casa no sale agua y no sabemos por qué?” Ellos le recordaron: “Es porque la desperdiciaste, pero no te alarmes, vas ver que muy pronto tendrás agua en tu casa”.
Y luego pasaron seis meses y no salía agua, pero un día Miguel estaba llorando porque no seguían sin agua, pero su mamá de sorpresa abrió la llave y salió agua, Miguel se puso muy contento y al siguiente día fue a la escuela y sus amigos le dijeron “¿Por qué tan contento”? Con una gran sonrisa Miguel les dijo: “Es que en mi casa volvió a salir agua” y Miguel fue feliz, aprendiendo la lección de cuidar el agua, porque cuando falta la extrañamos y es necesaria.
Cristóbal Misael.
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